No al gol fantasma

Este domingo pasado, mientras medio mundo tenía puestos sus ojos en el partido de tenis entre Roger Federer y Rafa Nadal para decidir...



Este domingo pasado, mientras medio mundo tenía puestos sus ojos en el partido de tenis entre Roger Federer y Rafa Nadal para decidir quién se llevaba el Open de Australia, se estaba disputando un partido de Liga más en el estadio Benito Villamarín. Al margen de la noticia del pinchazo del Barça, este partido será recordado por el gol legal (que no fue concedido) a favor del equipo catalán. Esto no tendría tanta repercusión de no ser porque en las imágenes se ve claramente que el balón entra (al menos un metro) en la portería verdiblanca.

Analizando la jugada posteriormente parece difícil creer que el árbitro no fuese capaz de ver el gol. En las repeticiones podemos apreciar como el colegiado va corriendo hacia la portería del Betis, siguiendo la trayectoria del balón, aunque también se puede apreciar que tiene jugadores por delante que pueden impedirle la visión. Hasta ahí todo es, relativamente, comprensible.

Repasando las Reglas de Juego de la IFAB (International Football Asociation Board) vigentes para la competición de Liga, me detengo en las reglas 5 y 6. Cito literalmente la Regla 5 (árbitro): "El árbitro actuará conforme a las indicaciones de sus árbitros asistentes en relación con incidentes que no ha podido observar."

La Regla 6 (árbitros asistentes), por su parte, dice que "los árbitros asistentes tendrán la tarea de indicar cuando ocurre alguna infracción u otro incidente fuera del campo visual del árbitro."

Bien, eximiendo de culpa al árbitro principal, nos centramos ahora en el linier del domingo. Es verdad que para decidir si un balón entra en su totalidad en la portería, el asistente debe estar a la altura de la línea de fondo y eso es imposible en la mayoría de los casos, ya que el balón va más rápido que cualquier persona y al juez de línea no le da tiempo a llegar. Es verdad, también, que hay un jugador del F.C. Barcelona que puede taparle la visión en el momento en el que el balón entra.


Una vez que nos encontramos en la hipótesis de que árbitro y asistente tienen tapado su campo de visión en esa décima de segundo nos toca aplicar la lógica: el jugador del Betis se encuentra dentro de la portería en el momento en el que contacta con el balón y su pie golpea al mismo con el empeine, doblando todo lo posible el tobillo con la intención de sacar el balón. Por si esto no fuera suficiente, el balón, una vez despejado, toca el larguero y sale repelido hacia el campo. Con estos datos de la posición del jugador, la posición de su pie y la trayectoria posterior del balón no hace falta haber estudiado Física para saber que el balón estaba dentro de la portería. Cualquier persona que haya jugado al fútbol hubiese dado gol aunque la línea de meta no hubiese estado marcada.

A pesar de que mis palabras pueden parecer una crítica feroz hacia el estamento arbitral, mi intención no es esa. Guardo un gran respeto por esa profesión, pero los árbitros, como personas que son, también se equivocan, y a las pruebas me remito.

Para poder evitar estos errores tan determinantes la FIFA aprobó la utilización del DAG (Detección Automática de Goles), que es un sistema simple basado en la utilización de 7 cámaras que enfocan la portería desde 7 puntos distintos y que envían al reloj del árbitro principal una señal vibratoria, visual y sonora indicando que el balón ha entrado completamente. Y todo ello lo hace en un lapso de tiempo de 1 segundo.

Este sistema está siendo utilizado en las grandes ligas europeas (inglesa, alemana, italiana y francesa) y en otras no tan grandes (Holanda y Portugal) con un éxito rotundo. Los resultados de su utilización están siendo perfectos.

Es verdad que la actuación del DAG se limita a ocasiones muy concretas del juego y los goles "fantasma" se dan en muy pocos partidos. Pero ahora imaginaos la situación en la que haya un gol dudoso en un partido en el que uno de los equipos se juegue un título, una clasificación para competición europea o un descenso. ¿Qué repercusión podría tener una jugada como esa? Yo, que soy un ferviente creyente de la Ley de Murphy, apuesto a que dentro de X jornadas volveremos a estar ante un gol "fantasma" mal arbitrado.

Desde la LFP dicen que la instalación y utilización del DAG vale la friolera de 4 millones de euros. Es mucho dinero, es verdad. Pero lo que no dice Javier Tebas es que el organismo que él preside ingresa alrededor de 1.500 millones de euros en concepto de derechos televisivos. Ante esta cantidad de 1.500 la cifra de 4 parece una propina. Con estos datos me gustaría decir bien alto que vamos un paso por detrás respecto al resto del fútbol europeo. Porque gozar de la mejor liga del mundo, como los españoles acostumbramos a presumir, no es sólo disfrutar del juego de grandes jugadores como Messi o Ronaldo, sino que también es disponer de los mejores recursos técnicos para facilitar la labor de los profesionales (en este caso, los árbitros).

La solución que se propone desde los altos organismos del fútbol español (LFP y RFEF) es la aplicación del videoarbitraje (en formato de prueba) en la competición de Copa del Rey del año que viene. Es una forma insultante de callarnos la boca a todos los que estamos disconformes. ¿Qué tendrán que ver el DAG y el videoarbitraje? Yo, personalmente, estoy de acuerdo con la aplicación del DAG, pero no del videoarbitraje porque creo que el fútbol perdería su esencia y se parecería más a otros deportes que nada tienen que ver. Yo pienso que la tecnología debe aplicarse en el fútbol, pero con cautela.


El domingo, a la misma hora que Federer ganaba su partido gracias a la tecnología del "ojo de halcón", un equipo de fútbol de la Liga española veía como no se contaba como gol un balón que había entrado un metro dentro de la portería rival. Dos situaciones similares en las que se persigue el fin último de cada deporte (gol y punto) arbitradas de forma diferente. Una por un humano, otra por una máquina. El resultado salta a la vista.

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