Aparte del fútbol, he de reconocer que soy un apasionado de los Juegos Olímpicos. Cada 4 años tengo por costumbre hacer un alto en el verano para disfrutar de dos semanas intensas de diferentes modalidades deportivas. Estos días en mi casa sólo existen 2 canales de televisión: los que retransmiten las Olimpiadas. En este período de tiempo puedo pasarme horas viendo atletismo, natación, waterpolo, tiro con arco,...Me vale cualquier disciplina para ampliar mi cultura deportiva, aprendiendo sobre la marcha algunas partes del reglamento y conociendo a los mejores deportistas de cada especialidad. Todo el tiempo que no tengo para estos deportes durante 4 años se lo dedico íntegramente en 2 semanas.

Sin embargo, llama la atención que uno de los deportes que menos interés despierta en mi en los Juegos Olímpicos es el fútbol. No sé si os pasa lo mismo a vosotros. Debe ser que la saturación que tiene mi cabeza con el fútbol durante todo el año hace que me incline más por otras modalidades deportivas. Sólo veo un partido cuando hay algo concreto que me llama la atención: una selección determinada, un jugador en particular, una propuesta de juego atractiva,...

Estos días tenía ganas de ver a las selecciones masculina y femenina de Brasil en las semifinales del Torneo. Respecto de la masculina poco tengo que decir. No puedo sacar muchas conclusiones, ya que a los 15 segundos de partido ya iba ganando a la selección de Honduras. Al final les cayeron 6 goles y pasaron por la puerta grande a la final, en la que se medirán a Alemania. Puede ser un buen partido.

Respecto a la selección femenina, venía leyendo los días anteriores que se enfrentaba a Suecia, a la que ya había vencido en la fase de grupos por 5-1. Cuál es mi sorpresa cuando la televisión conecta con el estadio de Maracaná y lo veo lleno. Dicen que hay alrededor de 70.000 personas. 70.000!!! Alegría indescriptible. El pueblo brasileño se había volcado para ver a su selección y a su gran estrella Marta, considerada la mejor jugadora del mundo, y por fin el fútbol femenino había obtenido su reconocido mérito.

Como en todo cuento de hadas siempre hay un personaje maligno, en éste no iba a ser menos. Maracaná, campo lleno, Brasil favorita,...¿esta película ya la vimos otra vez, verdad? Pues si, el final fue el mismo.

Aunque sólo había conseguido meter 3 goles en 4 partidos, y a pesar del resultado de la fase de grupos, la selección nórdica consiguió eliminar a la anfitriona en los penaltis, después de aguantar 120 minutos con el marcador inicial. Era su única baza, confiarse a la suerte de la tanda. Con un sistema de juego muy defensivo, olvidando en muchos tramos del partido la figura de delantera de referencia (boya en lenguaje de waterpolo) Suecia plantó dos líneas de 5 por delante de su portera. Las estadísticas no mienten: 33 tiros a puerta de Brasil por 6 de Suecia. Fútbol es fútbol!

A través de este planteamiento conservador Suecia también había eliminado a la selección estadounidense en cuartos de final, y también en la tanda de penaltis, tras acabar 1-1 en 120 minutos. Ojo que la selección norteamericana tenía un palmarés casi perfecto hasta la fecha en los Juegos Olímpicos: 5 participaciones, 4 medallas de oro y 1 medalla de plata.

Después de todas estas referencias y datos (que no dejan de ser fríos), me quedo con el sentimiento  de que el fútbol femenino está despertando en Brasil. Ahora todas las chicas quieren ser Marta. Incluso en los partidos de la selección masculina la grada coreaba su nombre. Todas sueñan con jugar al fútbol de forma profesional y con llegar a una liga potente como la de Alemania, Dinamarca, Francia, Suecia o Estados Unidos. Estos países llevan años apostando por las chicas y de ahí su potencial.

Hoy os invito a todos a que veáis la final que enfrenta a Suecia y a Alemania a las 22:30 (hora española). Yo por supuesto no me la perderé. Seguro que vemos buen fútbol, pero por encima de resultados y juego me encantaría ver el campo lleno de gente presenciando un partido de fútbol femenino.