Experiencias Personales
Fútbol De Casa
La droga del fútbol
septiembre 16, 2016
Cuando hice la presentación del blog Al Segundo Palo dije que todavía, a mis 35 años, seguía jugando al fútbol en un equipo de veteranos. Mucha gente me pregunta qué necesidad tengo de seguir mojándome, llenándome de golpes, madrugar los domingos,...la respuesta que les doy siempre es la misma: el fútbol me sigue divirtiendo. Y pienso que mientras ese gusanillo esté ahí en el estómago no pararé, siempre que el cuerpo me lo siga permitiendo, claro. El fútbol es como una droga para mi. No concibo un invierno sin calzarme las botas. Lo necesito para vivir. Para vivir feliz.
Mi vida ha cambiado mucho en los últimos años. He conocido a mi pareja, me he casado, hemos tenido un hijo y todo esto no ha impedido que siga jugando. Siempre intento sacar un hueco para darle al balón. Maldita droga!
Yo siempre digo que el fútbol es un resumen de la vida. Empezamos por lo más básico. Vamos poniéndonos metas. Unas se cumplen y otras no. Y finalmente nos quedamos en la zona de confort, en aquella en la que estamos cómodos. Así es como vivo mi paso por mi actual equipo de la liga de Veteranos, el Unión Campestre de Montrove. Tengo que recalcar un dato: este no es un club cualquiera. Es el club más antiguo del fútbol coruñés después del R.C. Deportivo, ya que se fundó solamente dos años más tarde que éste. El Dépor en 1906 y el Unión Campestre en 1908.
Incluso el nombre del club tiene su historia. El fútbol llega a la localidad de Montrove gracias a los partidos en la playa que jugaban los marineros de los buques ingleses fondeados en la ría contra los chavales del pueblo. Dos de estos jóvenes fundan el club y eligen este nombre en el que quedan reflejadas las señas de identidad inglesa: Unión (United), Campestre (el nombre procedente de la sociedad campesina británica) y las siglas F.C. (ejemplo de las denominaciones de los clubs ingleses).
Después de más de un siglo desde su fundación, concretamente en el año 2013, me encuentro con un antiguo compañero de vestuario, Carlos Cortés. Justo ese año acababa de dejar el fútbol federado y no sabía para donde tirar. Tenía varias proposiciones de amigos, pero Carlos me convenció rápido y en apenas 2 días estaba firmando la ficha. Al llegar al vestuario el primer día coincidí con gente del fútbol que ya conocía de antes, bien porque habían sido compañeros o rivales, como Guillermo, Óscar, Pablo, Fernando Solera,...y pronto me sentí como en casa. Hasta hoy.
Dicen que aprendes más de lo malo que de lo bueno y en estos 3 años me han marcado dos cosas: la lesión de rodilla que tuve en 2014 (la única lesión en toda mi vida) y, sobre todo, la enfermedad y posterior pérdida de mi padre. En estos dos momentos tan duros he encontrado el apoyo y desahogo necesario en todos los compañeros de vestuario. Aunque había días que no me apetecía ir a jugar, mi mujer me animaba a hacer la mochila y cuando llegaba siempre recibía el cariño y el ánimo de mis AMIGOS. El fútbol en general y ellos en particular (sin saberlo) me están ayudando a superar esos obstáculos que la vida me ha puesto en los últimos años.
El verano pasado y hace apenas unas semanas me han ofrecido jugar en División de Honor y en Primera División de Veteranos, pero no. Yo no puedo ni quiero salir de mi zona de confort. Yo sólo quiero seguir divirtiéndome con mi FAMILIA de Montrove, independientemente de los resultados. Ellos me dan un soplo de aire cada fin de semana y lo que ayer parecía negro se vuelve blanco cuando vuelvo de jugar.
Esta temporada tenemos la mejor plantilla de los últimos años y estamos todos muy ilusionados. Además este año estrenamos, por fin, campo nuevo de hierba artificial y dejamos de lado la hiriente tierra. El sábado pasado hemos comenzado la liga 2016/2017 y no de la mejor forma. Perdimos 1-0 pero no fuimos inferiores al rival en ningún momento. Después del partido el vestuario parecía un velatorio porque nos imaginábamos empezar con mejor pie. Este espíritu competitivo es el que me mantiene vivo. Esa adrenalina, los nervios previos a los partidos, las alegrías y los cabreos...Todo esto es lo que me sigue haciendo sentir futbolista. Un futbolista que tiene la misma ilusión que cuando era benjamín. Mientras esto dure me seguiré calzando las botas y me seguiré mojando y llevando golpes. Maldita droga!
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