Álex Lombardero, aquel campeón del mundo

No estoy seguro de la fecha,pero creo que era el verano de 1992 cuando mi entrenadora Pili Neira me avisa de que tengo que irme con e...



No estoy seguro de la fecha,pero creo que era el verano de 1992 cuando mi entrenadora Pili Neira me avisa de que tengo que irme con el equipo infantil del Imperátor a jugar un torneo amistoso a la zona de A Pobra do Caramiñal. Se trataba de un triangular contra dos equipos del pueblo. Yo, que llevaba muy poco tiempo en el club, me veo rodeado de chicos que me superaban en edad uno o dos años. Ahora no se notaría la diferencia pero con 11 años se notaba...y mucho.

Yo conocía de vista a alguno de los chicos y me pegué a ellos para sentirme más arropado. Una vez en el vestuario reparten los dorsales y resulta que salgo de titular. Salimos a calentar y en ese momento se me acerca un chico que me dice: "Mira, yo soy Álex y voy a ser tu compañero en el medio del campo. Tú juega tranquilo, pero en caso de que tengas dudas me la das a mi".

Recuerdo que jugamos dos partidos seguidos de 40 minutos cada uno. En total 80 minutos de claro dominio en el campo y en el marcador. Pero si por algo me acuerdo de aquel día es que ese chaval de 13 años me anuló por completo del campo. Aún siendo mi compañero, él fue el principal culpable de que tocase muy pocos balones aquellos 80 minutos. Podríamos haber jugado con 10 y el resultado hubiera sido el mismo. ¡Menuda exhibición!

A partir de aquel día le seguí la pista a Álex Lombardero. Era muy probable que volase alto. Tanto que llegó a ser campeón del Mundial sub-20 en 1999 (Nigeria) en una selección en la que estaban hombres como Xavi, Casillas, Gabri, Yeste o Marchena. Toda esa generación de futbolistas que hicieron que España ganara su primer Mundial de fútbol acabó llegando a Primera División. Todos, menos uno: Álex Lombardero.

Aquel chaval que salió del juvenil del Lugo con la ilusión de comerse el mundo escogió siempre la peor opción posible. Su carrera por equipos como Mérida, Atlético de Madrid, Compostela o Racing de Santander está marcada por la mala suerte en forma de impagos, descensos administrativos, trabas burocráticas...Y por si todo esto no fuera suficiente se ve obligado a dejar el fútbol con tan solo 27 años cuando está jugando en 2ªB con la Gramanet debido a una enfermedad degenerativa en los huesos. Tras colocarle dos prótesis en las caderas, Álex comienza a trabajar con la ONCE en la localidad extremeña de Calamonte, donde vive actualmente con su mujer e hijas.

Este pasado mes de Agosto me encuentro de casualidad con Luchi, amigo y excompañero de Álex en el Imperátor y en el Lugo. Otro magnífico futbolista y muy buena gente. Le pregunto por Álex y rápidamente se le ocurre la idea de que colabore con el blog (así que esto se lo debo en gran parte a Luchi). En dos días me da su teléfono y decido llamarlo. Han pasado los años pero cuando me descuelga el teléfono identifico rápidamente su voz. Después de recordar varias anécdotas del pasado comenzamos a hablar un poco de su trayectoria. No le quiero robar mucho tiempo, así que voy directamente al grano:

- Cuéntanos un poco tu etapa en el Imperátor: recuerdos, anécdotas, compañeros,...

Es una de las mejores etapas de mi vida. Es cuando uno disfruta del fútbol, del juego, que es donde está la esencia. Juegas porque te gusta y no existen las exigencias del mundo profesional, donde el objetivo es ganar a cualquier precio.

Teníamos un grupo humano enorme, en el que nuestros padres nos acompañaban siempre a los partidos, hacíamos acampadas, parecíamos una gran familia. Como anécdota recuerdo una temporada en la que no teníamos campo para entrenar y lo hacíamos en el colegio Sagrada Familia en una pista de futbito, pero eso era lo que menos nos preocupaba, sólo queríamos pasarlo bien jugando al fútbol. Una vez al mes íbamos a un campo de tierra a entrenar súper ilusionados. Aquel año batimos todos los récords posibles. Quedamos imbatidos tanto en Liga como en Copa y fuimos campeones gallegos. 

Respecto a los compañeros, recuerdo a todos con un gran cariño, pero el más especial para mi fue mi hermano. Desde aquella época no volvimos a jugar juntos.

- ¿En qué momento te das cuenta de que puedes llegar a ser futbolista profesional?

Yo desde muy pequeño tuve el sueño de jugar en el mundo profesional, como cualquier otro niño. Pero cuando empecé a creer de verdad que podía llegar es con 14 años, cuando voy a jugar mi primer Mundial en Francia con la selección española.

- De tu etapa en el C.D. Lugo se habló mucho del tema de tu cláusula de rescisión de 500 millones de pesetas, ¿cómo viviste tú aquello?

La verdad que no le daba ninguna importancia. Esa cláusula salió porque siendo juvenil estaba jugando en 2ªB y llamaba la atención mi forma de jugar con tan solo 1,62 metros de estatura. Recuerdo que todo se precipitó porque un club de Primera División se acercó a mi padre con un cheque de bastante dinero y un contrato profesional. Mi padre les contestó que si me querían tendrían que negociar con el Lugo, que había sido el club que había apostado por mi, y de ahí la cláusula.

- Siendo internacional desde los 14 años has vivido muchas situaciones con la selección, pero me imagino que nada comparado al Mundial sub-20 de Nigeria. Cuéntanos un poco tu experiencia en ese campeonato.

Lo de Nigeria fue algo que nadie se esperaba. Llevamos un buen equipo, como luego se demostró, pero nadie se imaginaba que esos locos bajitos fueran a conseguir el campeonato.

En aquella época los jugadores como nosotros no valíamos: "no son fuertes" decían. Recuerdo una contestación de Xavi en una charla: "el fútbol se juega con los pies, y si yo pienso más rápido que tú y entre mi cabeza y mis pies el balón está más cerca de mi sólo puedes correr detrás. Al fútbol se juega por el suelo".




Ese Mundial marcó un antes y un después en el fútbol español y demostró que los bajitos tienen cabida en el fútbol, y más en el fútbol actual, en el que están de moda. Aquel campeonato cambió nuestras vidas y siempre será recordado, además, por ser el primero.

- A partir de ese momento se te abren muchas puertas, ¿por qué Mérida?

Es cierto que a partir de ahí vinieron muchos equipos de Primera y Segunda División, pero nos decantamos por el Mérida porque era uno de los gallitos de la categoría y me habían prometido jugar. Se rechazaron mejores contratos económicos porque entendía que con 20 años lo que tenía que hacer era jugar y lo demás ya llegaría solo.

- A partir de aquí comienza tu periplo por múltiples clubs y las decisiones que vas tomando son desgraciadamente erróneas. ¿Crees que te faltó paciencia para asentarte en un club, como por ejemplo en el Atlético de Madrid, y dar el salto desde su filial?

Más que erróneas fueron que se dieron situaciones de muy mala suerte. Cuando desaparece el Mérida yo tenía un precontrato con el Betis de 3 años, pero al no haber denunciado los impagos ante la AFE me encuentro con un gran problema burocrático: el Mérida desaparece deportivamente, pero no judicialmente y mis derechos federativos deben arreglarse. Ante esta situación me tiro 8 meses sin poder jugar al fútbol.

Después de esto me voy a entrenar con el Atlético de Madrid y tras un partido amistoso viene Futre (que era el director técnico) y me dice que vaya a las oficinas del club ya, que me quiere a toda costa. Aún habiendo firmado con el Atlético sigo sin poder jugar por el problema de mis derechos federativos. Estoy en el primer equipo sin poder jugar y el entrenador Marcos Alonso pide que se solucione mi situación cuanto antes. Pasa el tiempo y acaba la competición y el club decide renovarme, pero me quieren para el filial. Yo me niego a dar ese paso y decido marcharme.

Otra situación desafortunada se da cuando años más tarde ficho por el Compostela. En aquel momento había rumores de que el club se encontraba en problemas. Caneda me dice que me olvide de lo que dicen los medios. A las dos semanas el club desaparece y me quedo otra vez sin jugar.

Como anécdota he de decir que he estado con los presidentes más conflictivos del fútbol español de aquella época:

- Fouto en el Mérida

- Caneda en el Compostela (no llegué ni a entrenar)

- Gil en el Atlético de Madrid

- Piterman en el Alavés

- Yo no voy a preguntarte sobre tu peor momento en tu vida futbolística porque todos nos lo imaginamos, pero sí me gustaría saber cuales son tus mejores recuerdos.

El mejor recuerdo es, sin duda, la final del Mundial, cuando el árbitro pita el final del partido. Sólo de pensarlo se me pone la piel de gallina.

- De todos los futbolistas con los que compartiste vestuario, ¿con quién te quedas?

Xavi o Casillas, que entraron en la historia por ser los mejores del país. Pero también me quedo con Nené del Alavés, Sinval del Mérida, Pablo Alfaro,... Tuve la suerte de compartir vestuario con grandes futbolistas.

- ¿Y con qué entrenadores?

En cuanto a los entrenadores me quedo con todos. Para bien o para mal siempre se puede sacar algo positivo de cada uno de ellos. Pero en especial destaco a Juan Señor, Pepe Mel, Paco Herrera, Martín Delgado, Gonzalo Edrosa y Alberto López.

- Yo y mucha gente pensamos que el fútbol ha sido injusto contigo. Sin embargo tú le estás agradecido porque hiciste lo que quisiste hasta los 27 años. ¿Hasta dónde crees que podrías haber llegado Álex?

A veces lo pienso, pero la verdad no merece la pena perder ni un segundo de mi vida en eso. Hay que mirar hacia delante con los demás retos.

- Ahora le quieres devolver al fútbol todo lo que él te dio hasta aquella temporada 2006/07 y te acabas de sacar el título de entrenador. ¿Cuáles son tus objetivos en el banquillo? ¿Formar una Escuela con tu nombre, tal vez?

Mi objetivo más cercano es intentar ascender a Tercera División al Aceuchal, que es el equipo que estoy entrenando y luego ya veremos. Quiero seguir creciendo como entrenador. Lo de la Escuela es algo que no descarto en un futuro, porque ahora mismo no tendría tiempo.




- Por último, como entrenador y padre que eres (igual que yo), ¿qué consejos les das a los niños del fútbol base que están empezando? ¿Y a sus padres?

En esto lo tengo clarísimo. El niño está para disfrutar y aprender jugando sin ninguna presión más. Es la etapa más bonita que existe en el fútbol y los padres no deben de dañarla con la presión de ganar, de que sus hijos sean como Messi. Los padres lo que tiene que hacer es ayudar a sus hijos para que sigan disfrutando porque esos momentos jamás los olvidarán.

Bueno Pery, te tengo que dejar que me voy a entrenar. Quiero aprovechar mi colaboración para mandar un saludo a todos los lectores del blog Al Segundo Palo y para mandarte un abrazo a ti. Muchas gracias por contar conmigo.

Gracias a ti crack! Espero que todo te vaya de maravilla y esperamos verte pronto por Galicia que aquí no te olvidamos.

Así acaba una nueva colaboración de Al Segundo Palo. Espero que hayáis disfrutado tanto como yo. Muchas gracias por vuestro tiempo. Un saludo amigos!



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2 comentarios

  1. Que bueno leer este reportaje,casualmente no hace mucho un ex-compañero suyo del imperator nos recordaba sus enormes cualidades como jugador.Un abrazo

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