O noso derbi. Mi derbi.

Ésta es una semana grande en Galicia. El domingo a las 12:00 se juega el derbi gallego, "o noso derbi", como ya se le conoc...



Ésta es una semana grande en Galicia. El domingo a las 12:00 se juega el derbi gallego, "o noso derbi", como ya se le conoce en toda la geografía española. El derbi entre los dos mejores equipos gallegos no se vive solamente el día del partido, se vive desde el mismo lunes. Todos los deportivistas y celtistas centran su atención semanal en un día, una hora y un lugar. Porque si hay algo bonito es ganarle al eterno rival. Es una victoria que vale igual que las otras cuantitativamente, pero te da felicidad y tranquilidad durante, al menos, una semana.

Esta ilusión y esta pasión que vivimos los aficionados se la contagiamos a los jugadores. Hay muchas veces que defendemos la teoría de que los derbis sólo los viven los jugadores gallegos. Mentira. Se me vienen a la mente un montón de jugadores extranjeros que jugaban el partido como si hubieran nacido en Oleiros o en Porriño: Djalminha, Mostovoi, Turu Flores, Karpin, Scaloni, Gustavo López, etc.

Esta misma semana en la Escuela de Entrenadores mis compañeros de clase Pedro Mosquera, Fernando Navarro y Celso Borges estaban un poco mas alegres y activos que de costumbre. Hablando con ellos me comentaban que vivían el partido como el más importante anímicamente de la temporada. Saben que una derrota los deja "tocados" y una victoria los relanza. Evidentemente no tienen los nervios de los aficionados. Son profesionales. Han vivido partidos como éstos muchas veces. Han jugado Eurocopas, Mundiales, finales de Europa League. Pero a pesar de todo tienen cosquilleo de derbi. Hasta entrenan con otra intensidad. Saben que tiene que dar el 100% para estar en el 11 inicial, y no se lo quieren perder por nada del mundo.

Yo, como aficionado del Deportivo que soy, he visto en Riazor todos los derbis posibles desde que tengo uso de razón. Mi padre me llevó al fútbol por primera vez cuando tenía unos meses, y hasta hoy. También he viajado a Balaídos con el equipo y las experiencias han sido buenas. Hasta hace unos años vivía el fútbol con una intensidad fuera de lo normal, como un hincha. Era el partido del año para mi. Mi partido. La fecha estaba marcada en rojo en el calendario. Si ganábamos era la persona más feliz. Si perdíamos no hablaba con nadie durante 2 o 3 días.

Tengo muchísimas anécdotas de aquellos años. Daba igual a que hora se jugase el partido. Yo quedaba con mis amigos 5 o 6 horas antes Hacíamos "quedadas" para pasárnoslo bien durante un rato. Yo creo que era una forma de repartir la tensión semanal entre nosotros. Durante esas horas de previa te olvidabas un poco de todo. Había comida, bebida y muchas historias que contar. Todo iba bien hasta una hora y media antes del inicio. En cuanto llegaban los buses de los equipos comenzaban los nervios. El fútbol ya se convertía en el tema sobre el que giraban todas las conversaciones. Lo habíamos hecho bien las horas anteriores, esquivando el tema del partido, pero ahora ya estábamos al lío. Cántico por aquí, cerveza por allá y muchos nervios por todos los lados. Esa hora y media se hace eterna. Lo único que quieres es entrar al campo y animar a tu equipo sin parar para ayudarle a ganar el partido más importante del año. Y si es por goleada, mejor. Es el eterno rival, hay que dejarlo tocado y hundido.

Han pasado los años desde todo esto y mi forma de vivir el derbi ha cambiado. Me imagino que el proceso de maduración de toda persona tiene mucho que ver. Las experiencias personales también ayudan a ver las cosas desde otro prisma. Ahora ya no vivo los partidos con ese fanatismo. Tengo las mismas ganas de que mi equipo gane, porque el Celta sigue siendo el máximo rival, pero si se pierde resignación y a seguir siendo feliz.

Echo la vista atrás y veo el proceso de mis vivencias del derbi y entiendo muchas cosas. Hay que tener en cuenta que me crié en Riazor durante los 80 y justo en esa década, concretamente en el play off de ascenso de la temporada 86/87, hay un partido en Coruña que cambia el concepto de rivalidad en Galicia.


Hasta ese día no existía peligro entre las aficiones. Mi padre me contaba muchas veces historias de los años 50 y 60. En aquella época venían miles de celtistas a Riazor y veían el partido tranquilamente entre la afición deportivista. Uno de esos años, los aficionados vigueses habían pintado una gallina con los colores blanquiazules y la habían lanzado al campo. Lo que hoy hubiera sido motivo de conflicto se quedó en una mera anécdota hace 50 años.

Todo era cordialidad y confraternización hasta aquella tarde de Junio de 1987. Por aquel entonces no existían los denominados "partidos de alto riesgo" y vinieron a Coruña una gran cantidad de seguidores del Celta a ver el partido. La importancia del derbi, con un ascenso en juego, y la proximidad física entre las aficiones encendió la mecha. Peleas, cargas policiales, partido interrumpido...Han pasado casi 30 años de aquello y si cierro los ojos todavía siento a mi padre cubriéndome con su brazo para que no me dieran un golpe. Una pesadilla.

A partir de este día se enquistó la relación Deportivo-Celta y el derbi se extrapoló a una rivalidad inútil entre ciudades. Todos competíamos por ser mejores que nuestros vecinos, independientemente del fútbol. Y así crecí yo. En ese ambiente, ¿qué concepto podría tener del Celta y de Vigo? Sólo había un camino: el odio al eterno rival.

Hoy las cosas han cambiado. El paso del tiempo te hace darte cuenta de muchas circunstancias. Tienes vivencias. Tienes amigos de Vigo. Amigos celtistas. Amigos que lo único que te separa de ellos son esos 90 minutos. Nada más. Evidentemente nunca nos pondremos de acuerdo en cuanto al fútbol, pero por el resto, nuestra forma de vivir y entender la vida es más común de lo que nosotros pensamos, porque compartimos el orgullo de ser gallegos.


Creo que ya os comenté alguna vez que el equipo de este blog lo conforman dos personas. Yo, que soy el que escribe los artículos, y mi primo Tomás, encargado del 80% del trabajo respecto de Al Segundo Palo. Ni siquiera es mi primo, que es primo político de mi mujer, pero para mi es más importante que muchos miembros de mi familia. Yo, del Dépor. Él, del Celta. Desde el día que lo conocí congenié al 99% con él. El 1% restante tiene que ver con el fútbol. Tenemos nuestros piques, nuestras apuestas, nuestras bromas, pero por encima de todo impera el RESPETO.

Por último me gustaría agradecer a los dos clubs la labor que están haciendo para normalizar este partido. Para que vuelva a ser una fiesta. Para que ningún padre tenga que proteger a su hijo para evitar un posible golpe.

Esta temporada pasada, en mi etapa en el Alevín del R.C. Deportivo, me he dado cuenta de esos valores de respeto y humildad de cara al máximo rival. Me tocó compartir con jugadores y técnicos del R.C. Celta viajes en avión, esperas en aeropuertos, concentraciones en hoteles, comidas y cenas, horas de autobús,...Sí, todo esto lo hacíamos juntos. Y el ambiente era impresionante entre todos, entre los niños y entre los adultos. Contábamos chistes, cantábamos canciones, nos animábamos unos a otros en Torneos. Me gustaría que muchos pudiesen vivir esa experiencia para que cambiaran el chip. Desde dentro todo es diferente.


También nos tocó competir entre nosotros. Los niños y los técnicos poníamos todas las ganas del mundo durante el partido. Como ocurre en el primer equipo, queríamos ganar al eterno rival. Al acabar el partido, felicitaciones, abrazos y vuelta a la normalidad.

Esto es lo que pido entre las dos aficiones. Debemos hacer todos una reflexión y convertir estos partidos en una fiesta de convivencia entre vecinos, la fiesta del fútbol gallego. Lo que pasa dentro del campo no está en nuestras manos, pero lo que pasa fuera sí. Piques, silbidos, cánticos, pero nada más por favor. Volvamos a las décadas 50-60, ahora que está de moda lo "retro".

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2 comentarios

  1. Grande artigo, e po-lo que semella vidas deportivistas paralelas as nosas. Cada vez que vexo as imaxes dese partido en General e o recordo de aquel penalti a Alvelo invento escandaloso Díaz Vega... Tes toda a razón, agora se ve diferente, pero neses intres, con 9 anos a sensación de medo e carraxe non más quita ninguen...������

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