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Viento a favor en Nervión. Parte 1
noviembre 03, 2016
Si me tengo que quedar con un ejemplo de buena gestión económica y deportiva en los últimos años del fútbol europeo elijo, sin temor a equivocarme, el modelo del Sevilla. Es fácil ver cómo los éxitos deportivos llaman a las puertas de los clubs poderosos que se encuentran al abrigo de una gran masa social y económica, como son los casos del Real Madrid o F.C. Barcelona en España. Pero si uno estudia el caso del Sevilla F.C. se da cuenta del ascenso progresivo y continuado del club desde el último ascenso logrado en la temporada 2001/02 bajo las órdenes de Joaquín Caparrós.
Han pasado 15 años desde aquello y la institución no ha dejado de crecer y si tengo que destacar una figura por encima del resto, ésa es la del director deportivo. En cualquier otro club la incidencia de los entrenadores y de los jugadores tiende a tener más trascendencia que la propia del director deportivo, pero en este caso Monchi ha demostrado en todos estos años que ha nacido para ocupar ese puesto.
En los primeros años tras el ascenso, la salida a la luz de talentosos jugadores de la cantera hizo posible no sólo el crecimiento del primer equipo sino también el engrosamiento de las arcas del club gracias a ventas millonarias. Ésta ha sido la clave, los cimientos de un gran proyecto que no para de recoger frutos. El Sevilla F.C. ha ido creciendo a partir de esa época y ha ido dando pasos de gigante hasta convertirse en un club grande, no sólo de la Liga, sino también de Europa.
Hemos visto como año tras año el club vendía por grandes sumas de dinero a jugadores que habían adquirido una plusvalía en el equipo. Jugadores de segunda fila se convertían en futbolistas determinantes en la capital andaluza. El trabajo en el campo y en los despachos tenía la precisión de un reloj. Todo encajaba. Por cada jugador importante que se marchaba aparecía otro, más o menos conocido, que igualaba o superaba el nivel del anterior. La fórmula es muy fácil de entender pero muy difícil de llevar a cabo. Y aún es más difícil darle continuidad a la fórmula. Después de 15 años el Sevilla F.C. sigue funcionando igual, independientemente de la Junta Directiva que esté al frente. Todo es discutible en el club, menos el trabajo de Monchi y de su equipo de captación y de scouting. Cualquiera puede acertar con uno o dos jugadores, pero es muy difícil acertar en el 90% de las ocasiones durante 15 años. Y más en un mundo tan competitivo como son los despachos de los clubs.
Podríamos pensar que gracias a aquellos primeros negocios fructíferos el club puede, a día de hoy, invertir dinero libremente, sin miramientos. Y en verdad es así. Claro que puede. Cualquier otro club en su misma situación lo haría. Es lo más sencillo. Pero las cosas no funcionan así en el Sevilla. Aquí todo se hace con sentido común.
Si un jugador pasa todos los filtros del equipo de captación (sé de primera mano que puntúan numéricamente hasta el más mínimo detalle de sus aptitudes dentro y fuera del campo) el club le pone un precio. En la negociación con el club de origen, el Sevilla F.C. puede subir un poco la oferta, pero no perderán la cabeza por ningún jugador, por mucho que sea el interés. ¿Por qué? Porque ese mismo equipo de captación, capitaneado por Monchi, tiene otro nombre apuntado en la libreta. Tienen un plan B. Seguramente sea un jugador desconocido de una liga menor, pero ellos saben que dará un buen rendimiento. Quizás no tan bueno a corto plazo como la primera opción, pero posiblemente un rendimiento igual o superior pasado el tiempo.
La historia se ha repetido verano tras verano, mientras que las vitrinas del club siguen llenándose de trofeos. Hoy me parecía interesante repasar el funcionamiento interno del club y su modelo de gestión económica, ya que sin estos conocimientos es muy difícil entender la gestión deportiva de la actualidad, tema que abordaremos en la segunda parte.
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