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Punto y final a mi 16/17. Parte 2.
mayo 22, 2017
El sábado se terminó MI liga. La de MI equipo. La liga del equipo Infantil A del Silva. Es verdad que desde hace 2 semanas tomé la decisión de no acabar el año con ellos. Los motivos fueron varios. Pero, aunque he estado lejos de mi equipo, he seguido las evoluciones de los chavales por los datos que Jesús y Manolo me iban dando. A pesar de este último medio mes, me siento igual de partícipe que el resto del éxito que ha tenido el equipo esta temporada.
A lo mejor alguno está leyendo esto y está pensando que la palabra "éxito" se queda muy grande por la clasificación final del equipo. Yo no. Yo pienso que, entre todos, hemos conseguido realizar una gran temporada, a pesar de las dificultades y adversidades que nos hemos encontrado por el camino. Porque las ha habido. Una temporada de fútbol es muy larga y no todo lo que ocurre es bueno. A veces sopla el viento en contra y es ahí dónde te debes hacer fuerte. Y, afortunadamente, he tenido un grupo de personas que ha remado en la misma dirección que yo.
Cuando llegué al Club y me hice cargo del equipo, allá por el mes de Agosto, ya existía un bloque formado. Ya había relaciones interpersonales entre los jugadores y sus familias. Jesús y Manolo ya conocían los entresijos del Club. El único agente externo era el que escribe. Todavía recuerdo la preocupación de alguna madre por saber quién era yo y de dónde había salido. Es normal. Cuando alguien nuevo llega de repente a la vida de tu hijo te surgen preocupaciones, porque quieres que esté en las mejores manos.
Al margen de las dificultades sociales iniciales, también tuve que tirar otros muros con mis chicos. Ellos estaban acostumbrados a entrenar de otra manera. Llevaban años con otros entrenadores. Ni mejores ni peores. Simplemente diferentes a mi. En este sentido, el nivel de acoplamiento de los chicos a mi metodología fue muy rápido. Echo la vista atrás y me acuerdo de uno de los primeros entrenamientos de la pretemporada, cuando les leí un decálogo de normas que yo creía beneficiosas para el equipo. Los chicos me miraban extrañados. Nunca habían visto tal cosa. Al final debatimos las normas y acabamos por aceptarlas. Si yo me iba a implicar con ellos necesitaba que ellos se implicasen conmigo. Necesitaba ese contrato de reciprocidad. Y vaya si han cumplido.
Después del tanteo inicial las cosas han marchado rodadas. Ellos se han ido acostumbrando a mi forma de trabajar y yo me he ido amoldando a ellos. Esta segunda parte es, quizás, más importante que la primera. Mal asunto el entrenador que piensa: "aquí estoy yo y todo se hace como yo diga". Es verdad que en ocasiones tuve que recurrir a la mano dura porque no nos debemos olvidar que esto es fútbol base, fútbol formativo, y entiendo que la disciplina tiene que estar por encima de todas las cosas.
Creedme que entrenar a chicos de 13 y 14 años no es tarea sencilla. Están en una edad de crecimiento físico y emocional brutal. Creen tener siempre la razón y, en ocasiones, te ven como un posible enemigo. Ante esto he utilizado la herramienta más fiable de la que dispongo: la comunicación. Cuando leo libros sobre grandes entrenadores, todos coinciden en señalar el diálogo como una de las claves del éxito. Yo pienso que se puede ser mejor o peor entrenador pero lo importante es convencer a los jugadores. Si tú logras que ellos crean en ti sacarás lo mejor que llevan dentro. Eso es algo que pude comprobar a lo largo de todo este año. Pienso que les he sacado el mayor partido que he podido.
Sé que entrenar conmigo no es fácil para los jugadores. Soy una persona muy exigente y perfeccionista. No creo en el entrenamiento perfecto ni en el partido perfecto. Siempre observo cosas que se pueden y se deben mejorar. El nivel de exigencia que he marcado este año ha sido alto. Para los chicos y para mi. Puedo presumir de no haber repetido una sola sesión de entrenamiento en todo el año. Sí hemos repetido tareas, claro está. Pero ninguna sesión ha sido exactamente igual a otra. En ocasiones "me tiraba" dos horas para preparar un entrenamiento. Muchos colegas me siguen diciendo que pierdo el tiempo y que me vuelvo loco en este sentido. Yo no lo creo. Trabajo en función de las carencias y necesidades de mi equipo y busco la mejor manera de eliminar errores y acercarme a la perfección. Sé que hay otras formas de trabajar más cómodas y sencillas pero no van conmigo. Esta es mi metodología y voy a muerte con ella, hasta que la realidad me demuestre otra cosa.
El que haya visto al equipo Infantil A del Silva en Agosto y en Marzo ha notado cambios seguro. Todos los jugadores han subido un escalón, más o menos alto. Todos han evolucionado y han dado pasos certeros hacia una categoría cadete en la que las cosas se les van a complicar todavía más. Ante esto uno sólo puede sentirse orgulloso, a la par que agradecido. Los futbolistas no son nada sin los entrenadores, pero los entrenadores tampoco somos nada sin nuestros futbolistas.
Por todo ello hoy solamente me queda daros la enhorabuena por el trabajo realizado a lo largo del año y por haber dejado al equipo en el mejor puesto posible. Los números están ahí y no mienten:
- 20 partidos ganados
- 1 partido empatado
- 7 partidos perdidos
- 151 goles a favor
- 37 goles en contra
Os habéis clasificado en una meritoria 5ª posición, a solo un puesto de jugar la fase de ascenso. Es verdad que hemos tenido ocasión de obrar el milagro de acabar en puestos de fase, pero hemos fallado en momentos puntuales. Mirad a los trasatlánticos que han quedado por encima de nosotros y sentíos orgullosos.
Me gustaría, para acabar, pediros disculpas por todos los errores que haya podido cometer. Siempre he buscado el bien común por encima del bien individual y eso conlleva algún que otro daño colateral. Estoy seguro de que lo entenderéis.
También me gustaría dar las gracias a los papás y a las mamás de los chicos, porque sin vosotros nada de ésto sería posible. Me habéis tratado fenomenal desde el primer día. Con algunos he tenido más relación que con otros, pero a todos os estoy igualmente agradecidos por la labor educativa que lleváis a cabo en vuestras casas. Sin eso poco podemos hacer los entrenadores de fútbol base.
Por último quiero desearos toda la suerte del mundo a todos. Seguid disfrutando de este maravilloso deporte. Unos dentro del campo y otros desde la barrera. Seguramente nos seguiremos viendo por los campos. Nos saludaremos y nos daremos un abrazo. Al fin y al cabo ésto es lo más bonito del fútbol: LAS PERSONAS.
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