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Enganchado a Brunete
junio 15, 2017
Cuando pronuncio el nombre del pueblo madrileño de Brunete me sale una sonrisa. Seguramente vosotros, igual que yo, pensáis en un balón de fútbol cuando escucháis este nombre. Es normal. A todos los enfermos de este deporte nos ocurre lo mismo.
Todos los años, al acabar la Liga de fútbol, se celebra el torneo alevín más prestigioso a nivel nacional, que no es otro que el Torneo de Brunete. Este torneo nació hace 26 años como una iniciativa de la Fundación El Larguero, programa radiofónico dirigido por José Ramón de la Morena, impulsor de la idea. En las dos primeras ediciones el torneo invitó a las selecciones autonómicas del país. A partir de la tercera edición, la organización llevaba durante 3 días a los alevínes de los clubs que ese año hubiesen disputado la Primera División española. La apuesta caló hondo, entre otras cosas por la difusión de los medios de comunicación. Tal era la cobertura mediática que los partidos eran retransmitidos en abierto por el extinto Canal +.
Así crecí yo. Desde Primaria hasta la Universidad. Siempre procuraba organizarme en los estudios durante el mes de Junio, de tal manera que me quedase tiempo libre para seguir los partidos de Brunete. Han pasado muchos años desde entonces, pero mi fidelidad por este evento ha permanecido intacta. He visto por la tele como sobresalían pequeños "jugones", que después se convirtieron en futbolistas profesionales: Granero, Silva, Mata, Fábregas, Piqué, Llorente, Sergio Canales, Fernando Torres y un largo etcétera en el que destaca el futbolista que marcó el gol más importante de la historia de este país: Andrés Iniesta.
A pesar de que el torneo ya no se juega en el pueblo madrileño y a pesar de que oficialmente ni siquiera conserva su nombre (la LFP metió la mano) para mi siempre será el Torneo de Brunete. Y así es para los entrenadores que todos los años acuden a disputarlo, porque todos los de mi generación crecimos esperando la llegada del torneo que marcaba el inicio de las vacaciones de verano.
El año pasado, tras acabar el nivel I en la Escuela de Entrenadores me dieron la oportunidad de hacer las prácticas con el equipo alevín del Dépor. Desde aquel primer día en el que me comunicaron mi nuevo destino sólo había una cosa en mi cabeza: tener la posibilidad de vivir el Torneo de Brunete desde dentro.
Junto a Róber y a Gabi he vivido momentos importantes, como ganar la final del campeonato gallego de F-8, jugar la Arousa Cup contra equipos punteros de Europa o disputar el Torneo Luis Calvo, que va haciéndose un nombre entre los torneos importantes de alevines. Pero nada comparable al Torneo de Brunete.
Ha pasado un año desde aquello, pero recuerdo cada uno de los momentos vividos. Fueron 4 días de fútbol en estado puro. Desde el momento que cogimos el avión en Santiago, la llegada a Valencia, el cuartel general en Benicassim, la ciudad deportiva del Villarreal C.F., los desplazamientos en bus con la expedición del Celta,... Tengo todo almacenado en mi recuerdo.
La organización del evento es espectacular. A los equipos se les da un trato muy profesional durante los 4 días. No se escapa ningún detalle. Todo se magnifica en este torneo. Todo es a lo grande: los hoteles, los autobuses oficiales de los equipos, las instalaciones, las entrevistas, etc. Los chavales firman sus primeros autógrafos. Recuerdo que los chicos del pueblo me pedían a mi también firmas y fotos y yo les contestaba siempre lo mismo: "a mi no me pidáis nada que yo no soy nadie".
El jueves, día previo al inicio del campeonato, se celebra el acto inaugural. Se realiza un desfile de todos los equipos por el campo principal. El año pasado acudieron al acto ex-jugadores como Morientes, Raúl o Puyol. Después de los discursos pertinentes del presidente de la LFP, Javier Tebas, y de José Ramón de la Morena, se jugó un partido de exhibición entre estos ex-jugadores y cada uno de los capitanes de los 20 equipos. Menuda experiencia para los elegidos.
Unas semanas antes del torneo, se habia celebrado el sorteo y éste no había sido benévolo con el Dépor. Nos tocaba abrir la competición el viernes a las 10:00 en el campo 1, el campo principal, ante el F.C. Barcelona. Para quién no lo sepa se lo aclaro: el Barça tiene la misma filosofía de juego desde benjamines hasta el primer equipo. Ver a aquellos chavales es muy parecido a ver a Busquets, Iniesta o Jordi Alba. No entienden de juego directo. Todos los jugadores son del mismo corte y todos tienen una técnica individual sobresaliente. A pesar de eso logramos adelantarnos en el marcador. Pero un equipo grande lo es desde la cuna y le dieron la vuelta en dos zarpazos.
En el siguiente partido ganamos al Rayo Vallecano por 0-1. Lo que más recuerdo de este partido es a los padres de los chavales del equipo madrileño. Megáfonos, bombos y hasta un altavoz que reproducía una y otra vez el himno del Rayo.
Por la tarde nos volvía a tocar ser los primeros. Abríamos el turno contra otro gran equipo: Valencia C.F. A pesar de ser superiores a ellos durante todo el partido, el Valencia tenía un 9 espectacular, grande y con mucha pegada, que logró empatar el partido cuando ya cantábamos victoria. Fue nuestro único despiste, pero en este torneo los errores se pagan.
En el último partido, contra el Sporting, que sólo llevaba 1 punto en 3 partidos, salimos al campo sin la intensidad necesaria. Ése fue, sin duda, nuestro peor partido. Nos ganaron 1-0, y de esta forma quedamos clasificados en tercer lugar, a 1 punto del Valencia, que fue segundo. La consecuencia de aquella derrota fue el cruce. En octavos de final nos veríamos contra el Atlético de Madrid.
Recuerdo que aquella noche, tras la primera jornada del torneo y en las horas previas a jugar los octavos de final contra los colchoneros, nos juntamos los entrenadores, fisios y delegados de ambos conjuntos después de la cena. Era curioso ver a 5 personas del Dépor compartir mesa y anécdotas con los que iban a ser nuestros rivales horas más tarde. Espectacular la expedición del Atlético de Madrid. Al final echamos un buen rato riéndonos y nos acostamos casi de madrugada.
A la mañana siguiente, ya sobre el verde, el Atlético nos eliminó de manera justa. Competimos bien, pero no fuimos capaces de hacerles daño ofensivamente. Caímos 2-1. Al menos nos quedó el consuelo de que nos eliminó el futuro subcampeón de la competición, un conjunto con grandes jugadores y muy bien trabajado, que sólo se vio superado en la final por el Villarreal de Paco, elegido el año pasado como mejor jugador del torneo.
Este año volveré a ver el Torneo de Brunete, esta vez desde el sofá. No puedo faltar a mi cita habitual. Cuando vea a los chavales por la televisión se me acumularán los recuerdos en mi mente de todo lo vivido el año pasado, algo inolvidable. Yo os invito a que le echéis un ojo si queréis ver a diamantes en bruto, imitando lo máximo posible al fútbol de la calle que tanto nos gusta. Que ustedes lo disfruten Yo lo haré. ¡Larga vida a Brunete!
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