El Compostela, aquel sueño hecho realidad

Apenas dos semanas después de haber llorado en Riazor lo que no está en los escritos por aquel maldito penalti fallado por Djukic, ot...



Apenas dos semanas después de haber llorado en Riazor lo que no está en los escritos por aquel maldito penalti fallado por Djukic, otro equipo gallego, la Sociedad Deportiva Compostela tenía la cita más importante de su historia en una ciudad y en un campo neutral, Oviedo y su mítico Carlos Tartiere. El rival en la promoción, el Rayo Vallecano de Hugo Sánchez. Tras sendos empates en Madrid y en Santiago, se decidió jugar el partido de desempate en Asturias. El apoyo de 7.000 aficionados y los goles del nigeriano Ohen propiciaron el histórico ascenso a la máxima categoría del fútbol español.

Galicia estaba de moda por aquel entonces. Además de la figura de Pelegrín, icono del Xacobeo 93, y de la marca Galicia Calidade, que certificaba la calidad gastronómica de los productos de la región, en aquel momento el fútbol también era protagonista. Eran los momentos gloriosos del Súper Dépor de Bebeto y Mauro Silva. Eran los años de consolidación y coqueteo copero del Celta de Vigo. A estos hitos había que sumarle ahora el ascenso del Compos. 35 años después Galicia volvía a contar con 3 equipos en la Primera División española.

Y lo que podía parecer un tonteo de verano se convirtió en un amor de 4 años con la categoría de oro. Jugadores importantes en el ascenso del equipo tuvieron protagonismo al año siguiente. Véase los casos de Iru, Tocornal, Bellido, Abadía, Nacho, Ohen o Fabiano. La columna vertebral del equipo ya estaba consolidada. Si a esto le unes el acierto en los fichajes de Passi, Lekumberri, Villena o Christensen el éxito está asegurado. El excéntrico presidente José María Caneda, en una línea continuista, siguió apostando por el técnico del ascenso para afrontar aquel primer año de aventura: Fernando Castro Santos. El de Pontevedra comenzaría así su quinta campaña consecutiva en el equipo santiagués, al que cogió en Segunda B en 1990.

Para el recuerdo de aquella primera temporada quedarán las victorias en los derbis ante el Celta, los empates ante el Real Madrid o la victoria ante el Atlético de Madrid. El delantero nigeriano Nusa Ohen acabaría la liga como el décimo máximo goleador con un total de 14 goles.

A pesar de estos números el Compos se salvó en una agónica última jornada tras vencer al Tenerife y con la ayuda "excesiva" del otro equipo de la provincia, el Deportivo, que venció 2-8 en el Carlos Belmonte al otro candidato al descenso, el Albacete. Por aquel entonces el mayor de los González Pérez, Jose Ramón, ya tenía un acuerdo con el equipo santiagués y ésto ayudó a que el equipo deportivista se ensañase (sin jugarse nada) con el "queso mecánico".

Al margen del fichaje del hermano de Fran, Caneda trajo a hombres importantes, como Mauro del Pontevedra o Eraña del Logroñés. Sin embargo el cambio más importante se produce en el banquillo, en el que se sienta un joven Fernando Vázquez, que da un importante salto en su carrera, pues hasta la fecha sólo había entrenado en la categoría de bronce. Esta recién estrenada Liga de 22 equipos (chapuzas aparte) es la más importante en la historia del Compos. Tras una primera vuelta intachable, en la que se ganan casi todos los partidos disputados en San Lázaro, el Compos termina como subcampeón de invierno, solamente por detrás del Atlético de Madrid. El equipo exhibe un fútbol muy vistoso. Combinativo en casa y de contraataque fuera, Fernando Vázquez sabe a lo que juega. España en general y las televisiones en particular comienzan a fijarse en aquel equipo humilde que va robando los corazones de todo futbolero. Aquella temporada le pega un importante repaso al Dépor (4-0) en la segunda jornada de Liga tras volver a ganar el derbi de Balaídos en la jornada inagural. Los seguidores de Dépor y Celta comenzamos a "mosquearnos" con nuestro hermano pequeño.


Una segunda vuelta más que discreta relega al equipo a la décima posición de la tabla, su mejor clasificación histórica en la Liga. El sabor de boca al final de aquella temporada es agridulce. Desde la capital gallega sacan pecho, pero no dejan de soñar en lo que pudo haber sido. El presi Caneda echa más leña al fuego y trae en el verano de 1996 a 12 jugadores nuevos. Algunos son jugadores contrastados como Lubo Penev, Popov o Galdames y otros están por despuntar, como son los casos de Chiba, Saula o Viedma.

Aquella temporada 96/97 tiene un guión totalmente opuesto al anterior. El equipo va de menos a más. Comienza la liga un tanto timorato y la termina como un equipo sólido al que es difícil de vencer. El entrenador Fernando Vázquez sigue queriendo imprimir su estilo al equipo santiagués, que sigue haciendo partidos para la historia. A pesar de los buenos resultados si hay algo inolvidable aquel año es el paso de Ronaldo por el estadio de Santiago. En su única temporada en el F.C. Barcelona el astro brasileño regaló a los aficionados el mejor gol de su carrera (dicho por él mismo). En un alarde de potencia y velocidad, Ronaldo se fue deshaciendo de todos los rivales que le iban saliendo al paso. Siempre con el balón pegado al pie recorrió los más de 50 metros desde la línea medular hasta la portería de la SD Compostela. Todavía recuerdo la cara de mi padre al ver aquel gol por la televisión. Nos miramos con la boca abierta y nos llevamos las manos a la cabeza, en un gesto idéntico al que hizo el técnico inglés del Barça por aquel entonces, Sir Bobby Robson.


Dicen que todo tiene un principio y un final y la temporada 97/98 sería la última del Compos en Primera. Fue una temporada complicada y muy irregular. Tanto es así que Caneda decidió destituir al hasta entonces intocable entrenador en la jornada 27. Su sustituto, Gabriel Leis, casi obra el milagro. La Esedé ganó 3 de sus últimos 4 partidos (con un inolvidable 2-6 en Riazor) y evitó el descenso matemático del equipo. Sin embargo el Compos se vio obligado a jugar la promoción contra el Villarreal, que lo superó por el valor doble de los goles (0-0 en el Madrigal y 1-1 en San Lázaro).

Este fue el final del sueño dorado del Compos. De sus goleadas. De sus victorias en los derbis ante Dépor y Celta. De sus partidazos ante los grandes de la Liga. De las carreras por la banda de su entrenador. De las salidas de tono de su presidente, incluyendo la famosa pelea con Jesús Gil en la sede de la LFP. Quizás fue un gigante con pies de barro, pero a todos los seguidores compostelanistas... "que les quiten lo bailao".

Desde entonces han sido numerosos los desastres económicos y deportivos que han provocado que el Club deambule por categorías como la Tercera o la Preferente. Actualmente milita en el grupo 1 de la Tercera División. Hace dos semanas el equipo santiagués comenzó la liga. El destino fue caprichoso y quiso que el primer rival fuese el Silva SD, equipo del cual formo parte de su cuerpo técnico.

Hasta entonces sólo había acudido una vez a San Lázaro. Fui como espectador a ver un Deportivo-Atlético de Madrid, que se tuvo que jugar allí por el cierre de Riazor por un partido. Fue en la temporada 96/97. Desde aquel día y sabiendo lo que había hecho Ronaldo allí unos meses antes le cogí un cierto cariño al estadio de San Lázaro. Tanto es así que es inevitable para mi mirar a la derecha en el km 67 de la autopista que une A Coruña y Vigo para observar al estadio santiagués, testigo de tantos momentos gloriosos.


El pasado 20 de Agosto, día del estreno liguero, llegué de primero al estadio porque me trasladé en mi coche y no vine con la expedición del Silva SD en el autobús. Llegué a la puerta y el vigilante de seguridad, al verme con el chándal del Club, me invitó a pasar y me indicó el camino hacia el vestuario visitante. Mientras esperaba al resto de la gente me tiré en la camilla del vestuario y me puse a recordar a todos los jugadores que habían pasado por allí años atrás: Ronaldo, Figo, Guardiola, Buyo, Raúl, Laudrup, Simeone, Pantic, Kiko,... Al salir al campo me di de bruces con la realidad. Apenas 500 personas en las gradas de un campo con capacidad para 13.000.

Es verdad que la Primera División fue un sueño durante aquellos años. Todos sabemos que es prácticamente imposible que aquello se vuelva a repetir. Y más en un fútbol tan mercantilizado como el actual. Pero por otra parte la Tercera División parece demasiado castigo para un Club con una historia tan bonita. Todos los que vivimos aquella época gloriosa del Compos deseamos verlo más arriba. Tarde o temprano lo van a conseguir. Este año parten como uno de los favoritos al ascenso, pero la Tercera gallega no es una categoría fácil y todos los equipos se lo pondrán difícil. Estoy seguro de que con el tiempo el equipo acabará en la categoría que se merece.

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