A Coruña está a punto de explotar

Me vais a permitir que haga un ejercicio de imaginación con vosotros. Voy a meter en una olla express una cierta cantidad de agua y l...



Me vais a permitir que haga un ejercicio de imaginación con vosotros. Voy a meter en una olla express una cierta cantidad de agua y la voy a cerrar de manera hermética. La voy a poner a fuego lento y voy a esperar a ver qué pasa. Pasados unos pocos minutos la válvula de seguridad comenzará a expulsar el vapor del interior de la olla. Si dejo que el tiempo pase y nunca llego a apagar el fuego el agua del interior se evaporará y la olla acabará explotando. Este símil que utilizo para la olla a presión es lo que está viviendo la ciudad de A Coruña con su equipo de fútbol más representativo, el R.C. Deportivo.

Como aficionado, socio y accionista del Club me veo en la obligación de escribir sobre la situación que está viviendo la centenaria entidad desde hace unos cuantos años. Y lo voy a hacer desde el punto de vista más objetivo que pueda o que sepa. Creo que es necesarios que TODOS los que vivimos el Dépor, desde el primero hasta el último, hagamos un ejercicio de autocrítica y reflexión sobre lo que nos está tocando vivir. Porque TODOS, en mayor o menos medida, somos culpables o cómplices de los lodos en los que estamos sumergidos.

Hoy no voy a hablaros de transiciones, de acciones a balón parado, de tipos de marcaje ni de nada que tenga que ver con una pizarra. Hoy voy a hacer un análisis sociológico y describiros el estado de salud del sentimiento deportivista, en el que me incluyo. Quiero dejar claro que no escribo este artículo como consecuencia del resultado del equipo del pasado fin de semana. Cualquier aficionado o simpatizante sabía de antemano lo que iba a pasar. Al menos yo intuía que el Real Madrid nos iba  a hacer pagar los platos rotos de su mala temporada. Y lo que es peor, cualquier deportivista de pro debería de presagiar que no íbamos a dar la cara ni íbamos a estar a la altura. Entiendo que algún lector pueda tacharme de ventajista u oportunista, pero nada más lejos de la realidad, pues mi sensación y la de la mayoría del deportivismo es la misma hoy que hace una semana.

Cualquiera que conozca mínimamente la historia reciente del Club sabrá que uno de sus valores principales, sino el más importante, es el que atañe a su masa social. Independientemente de los resultados y de las categorías la afición del Dépor siempre se ha destacado por ser una de las más fieles de España. Sólo hay que ver la media de entrada al estadio de Riazor año tras año. No es fácil para una ciudad pequeña meter entre 22.000 y 25.000 personas en un campo de fútbol cada dos semanas. Y es más difícil seguir congregando el mismo número de espectadores cuando lo que les ofreces es ínfimamente menor de lo que ellos te dan.

Ésto cuando el equipo juega de local. Cuando hay partido fuera de casa es IMPOSIBLE no ver una representación deportivista en las gradas. Da igual que el equipo juegue en Las Palmas de Gran Canaria o en Bilbao. Siempre hay un buen puñado de deportivistas haciéndose notar, independientemente del horario y de las difíciles conexiones con la geografía española.

El equipo se ha ido a Segunda División en el intervalo de dos años (2011 y 2013) y el aficionado se ha quedado en su butaca aplaudiendo. Llorando y aplaudiendo. Ni un solo reproche. Ni una mala palabra. La afición del Deportivo siempre ha dado la cara y siempre ha estado al lado de su equipo. Siempre hasta ahora.


A día de hoy veo a la afición del Deportivo cansada e impotente. La gente está harta de lo que ve semana si y semana también. Nunca he vivido esta situación. Nunca, en mis 36 años de vida, he visto así al aficionado deportivista. En estos últimos años se han vivido momentos muy duros a nivel deportivo, institucional, social y económico y la afición siempre ha estado ahí a cambio de nada, pero creo que ahora merece ser escuchada por parte de todos los que conforman el Club.

Tras la vuelta a Primera División en la temporada 2014/15 y hasta el día de hoy el Dépor ha jugado 134 partidos de Liga, de los cuáles sólo ha sido capaz de ganar 27, lo que supone un porcentaje del 20.1%. Ésto significa que el equipo solamente gana 1 de cada 5 partidos que juega.

Por el lado contrario el Deportivo ha perdido en el mismo período 58 partidos. Ésto supone un porcentaje negativo del 43.3%. Es decir el Dépor no es capaz de sacar NADA positivo de casi la mitad de los partidos jugados en las últimas 3 temporada y media.

Estos datos son muy fríos pero nos pueden ayudar a entender el nivel de alegrías que el equipo ha dado a su entregada afición en los últimos años. Éstos números han conducido al equipo a salvaciones agónicas e incluso milagrosas en las últimas temporadas:

- Jornada 38 de la temporada 14/15: el Dépor levanta "milagrosamente" un 2-0 en contra en el Nou Camp ante el Barça y salva la categoría.

- Jornada 37 de la temporada 15/16: el Dépor gana 0-2 en Villarreal ante un rival con exceso de relajación que no se juega nada.

- Jornada 37 de la temporada 16/17: el Dépor vuelve a jugársela en el Madrigal y saca un empate (0-0), que con las combinaciones de otros resultados, provoca la carambola de la permanencia.

El Deportivo lleva unos años jugando con fuego y lo normal es que se acabe quemando. ¿Quién o quienes son los culpables de este via crucis? La afición comienza a señalar. Unos apuntan a la "herencia" dejada por el anterior presidente, Augusto César Lendoiro. Otros vierten sus críticas en la actual Junta Directiva, encabezada por Tino Fernández. Otros centran su ira en Richard Barral, director deportivo recién destituído. Hay una vertiente de aficionados que miran al banquillo por automatismo, independientemente del inquilino. Por último están los que ven en los jugadores a los principales culpables. La gente de A Coruña comienza a exigir responsabilidades a diestro y siniestro y ya va mostrando, cada día más, su malestar. Seguro que en este proceso de ajuste de cuentas pagarán justos por pecadores, pero es lo que tienen las explosiones...son incontrolables.

Yo personalmente no soy capaz de identificar a un único culpable de la situación a la que hemos llegado. Creo que TODOS, incluida la afición, tienen su parte de culpa. Y quiero explicar ésto de manera detenida para que nadie se sienta ofendido. La excesiva fidelidad que nos ha caracterizado históricamente nos ha conducido en los últimos años a aplaudir todo lo que ocurre en torno al equipo, sea bueno o malo. Hubo una época en la que hacer una crítica sobre el juego del equipo era algo mal visto. Incluso te tachaban de antideportivismo por ello. Y no amig@s. No todo vale. Esta corriente forzada de optimismo ha bajado el nivel de exigencia hasta el punto de que me atrevería a decir que A Coruña es una de las ciudades más cómodas para ser futbolista profesional. No podemos ni debernos anclarnos en el pasado glorioso que hemos tenido. No somos un equipo grande. Somos un Club pequeño que ha hecho cosas importantes. Y el que no lo vea así tiene un problema respecto a la visión de la realidad.

Y en un Club pequeño como el que es el Deportivo, o haces las cosas bien o estás muerto. Al margen del aspecto económico, que yo creo que está muy bien abordado, la gestión deportiva ha dejado mucho que desear últimamente. En estos 3 años y medio desde el último ascenso han pasado por A Coruña 6 entrenadores y decenas de jugadores. Así es muy difícil lograr una estabilidad, un patrón o una idea. Todos coincidimos en que el equipo no sabe a lo que juega. ¿Y cómo lo va a saber?

Esta falta de IDENTIDAD del equipo es uno de los principales problemas del Club. Desde hace un tiempo el aficionado no se ve representado por los jugadores que visten la blanquiazul. Se han marchado jugadores que eran muy importantes dentro del vestuario. Esos que pegaban un puñetazo encima de la camilla cuando un compañero tenía un mal gesto con la grada. Esos que salían a dar la cara con la prensa en los momentos delicados. Esos que pedían perdón después de encajar goleadas de escándalo como las del domingo pasado.


Como Club pequeño al que seguimos el aficionado del Dépor ya se ha acostumbrado a perder. Pero cuidado, el aficionado del Dépor no va a tolerar perder de cualquier manera. El domingo pasado fuimos testigos de la enésima bajada de brazos de nuestro equipo y eso está empezando a hartar al deportivismo, incluso a los más optimistas. En Coruña nadie pide ganar o empatar ante el Real Madrid, porque sabemos que ésa no es nuestra Liga (no es necesario que ningún jugador nos lo recuerde en zona mixta). Lo único que se debe exigir es COMPETIR como lo hacen el resto de equipos pequeños que juegan estos partidos. Nos pueden meter 6 goles, 7 e incluso 8 (como en las temporadas 14/15 y 15/16) pero si compites con DIGNIDAD nadie podrá achacarte nada. La actitud debe ser incuestionable.

Ante este panorama me temo que la afición va a comenzar a expresar públicamente su descontento. Es comprensible que lo haga. Ésto no va a suponer ningún cambio de rumbo respecto a los resultados, pero hay que entender la necesidad que tiene el deportivismo de desahogarse. Siempre es el aficionado de a pie el que escucha a los protagonistas semana tras semana intentando tranquilizar a la masa y haciendo examen de conciencia. Creo que ha llegado el momento de escuchar a la multitud que ve en el Dépor 17/18 el epilogo de la "Crónica de una muerte anunciada".

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