Zalazar y su queso mecánico

Hablar de los mejores tiempos del Albacete Balompié es hablar de José Luis Zalazar Rodríguez (Montevideo, Uruguay, 26 de Octubre de 1...



Hablar de los mejores tiempos del Albacete Balompié es hablar de José Luis Zalazar Rodríguez (Montevideo, Uruguay, 26 de Octubre de 1963). Ídolo en la ciudad manchega y fuera de sus fronteras, como es mi caso, aquel jugador "culón" de piernas robustas fue el referente del equipo al que se bautizó cariñosamente como "queso mecánico" en los primeros años de la década de los 90. Pero vayamos por partes.

Zalazar llega a España en la temporada 87-88 y ficha por uno de los equipos más queridos de la Liga, el Cádiz. El míster por aquel entonces es Víctor Espárrago, también uruguayo, y recluta al centrocampista de la liga mexicana, en la que es considerado el mejor jugador. Sin duda es una apuesta arriesgada pues el futbolista sólo había jugado en el país azteca (Tecos) y anteriormente en el Club de sus amores, el Peñarol. Todos sabemos lo complicado que puede llegar a ser dar el salto al fútbol europeo pero en el caso de Zalazar no hubo tal distancia.

En la tacita de plata coincide con el argentino Cabrera y con el salvadoreño Mágico González ( alsegundopalopery.blogspot.com.es/2016/07/prueba.html ), con los que forma un tridente de ensueño y da tardes de gloria en el Ramón de Carranza. Con el paso de los años me atrevería a decir que aquel Cádiz fue uno de los mejores de la historia, o al menos, de los más recordados. Entre los tres futbolistas suman 24 goles y dejan al equipo amarillo en mitad de tabla.

Al acabar la temporada las posturas del Club y del jugador se alejan por cuestiones económicas y Zalazar vuela de regreso a México. Al año siguiente, en una gira de su equipo por Europa, el recién descendido Español lo ficha para intentar alcanzar de nuevo la Primera División. En un vestuario con figuras de la talla de N´Kono o Steven Archibald cualquier cosa que no fuera el ascenso sería calificado como fracaso.

Aquella temporada 89-90 fue la primera en la que tuve la suerte de ver en directo a Zalazar. El Español jugó en Riazor la primera vuelta con el uruguayo en el once inicial. El Dépor terminó perdiendo aquel partido (2-3) y Zalazar me "enganchó" para siempre. Recuerdo que en la segunda vuelta fui al campo de Sarriá a ver el Español-Deportivo, pero Zalazar ya no estaba en el equipo periquito. La llegada de Juanjo Díaz al banquillo le había relegado a un segundo plano y había decidido salir en el mercado de invierno. 

Es en el verano siguiente cuando la vida de Zalazar pega un vuelco. Pepe Carcelén, secretario técnico del Albacete y hombre con mucho fútbol a sus espaldas, lo tienta para embarcarse en la aventura de subir al equipo a la Primera División. El Alba acaba de ascender desde la 2ªB de la mano de un "imberbe" Benito Floro y pretenden el más difícil todavía. Zalazar firma por una temporada aunque en realidad, sin saberlo, firma amor eterno por el Club manchego.

Recuerdo aquella temporada 90-91 a la perfección. Eran los últimos años en los que los onces de los equipos se podían recitar de memoria y el del Albacete me sale solo: Conejo; Juárez, Coco, Quique y Catali; Parada, Zalazar, Menéndez y Manolo; Corbalán y Antonio. En la jornada 38 el Albacete (junto con mi Dépor) logra un hito histórico al conseguir el ansiado ascenso. Es la primera vez que un equipo manchego se cuela en la máxima competición española y Zalazar tiene gran parte de culpa. El futbolista uruguayo termina la temporada como sexto máximo realizador de la Segunda División con 15 goles, una cifra impresionante para un jugador de mediocampo.


Aquel verano Zalazar es una pieza codiciada para muchos clubes. El 30 de Junio termina su contrato y su representante, Paco Casal, se deja querer y recibe innumerables propuestas. Sin embargo el jugador lo tiene claro. Se siente importante en el recién nacido "queso mecánico" y quiere continuar su vida en el Carlos Belmonte, a pesar de perder una importante cantidad de dinero. Una vez pasados los años y viendo las cosas con perspectiva creo que Zalazar tomó la mejor decisión posible, pero en aquel momento no era fácil decirlo.

En el año de su estreno en Primera el Alba se refuerza con chicos con mucha proyección como Delfí Geli, Oliete, Chesa o Isma Urzáiz, entre otros. El técnico Benito Floro consigue encajar todas las piezas y el equipo comienza a funcionar con la precisión de un reloj suízo a partir de la jornada 10. Desde este momento encadena una racha de 15 partidos seguidos sin conocer la derrota. Seguridad defensiva y un juego muy trabajado de transiciones ofensivas son la base del éxito. En el eje de todo el engranaje se encuentra José Luis Zalazar. Todo el juego del equipo pasa por sus pies...y por su cabeza.

Para quien no lo haya visto jugar podría ayudarle a hacerle un retrato. Era el clásico 10 sudamericano, con un manejo del balón extraordinario en corto y, sobre todo, en largo. Era habitual verle desplazar el balón de una banda a la otra. Percibía el "atasco" en un sector del campo y mandaba el esférico a otra zona de influencia.

Jugador fuerte y robusto destacaba por tener un cañon en su pierna derecha. Cuando alguien va a lanzar una falta se dice que tiene que elegir entre fuerza y precisión. El uruguayo no vivía con ese dilema. Le pegaba muy duro al balón y siempre buscaba el ángulo. La pelota cogía tal velocidad tras el golpeo (con posterior "saltito") que al portero se le hacía imposible llegar en la mayoría de las ocasiones. Cuando el árbitro pitaba golpe franco desde media distancia compañeros y rivales sabían lo que venía.


A mayores Zalazar destacaba como un jugador bien dotado técnicamente. Recuerdo verle salir de situaciones comprometidas, rodeado de rivales, en infinidad de ocasiones. Tenía ese regate seco de ahora te la enseño y ahora te la escondo que seguía con unos cambios de ritmo tremendos que dejaban inutilizados a los rivales. Su técnica de carrera te hacía creer que era un jugador lento pero nada más lejos de la realidad. Recuerdo muchos goles de él llegando en carrera desde la segunda línea a zonas de remate.

Aquel Albacete creció de la mano del uruguayo y acabó aquella temporada 91-92 de su debut en Primera en el puesto séptimo. El "queso mecánico" fue la revelación de la Liga y solamente los últimos partidos lo apartaron de la posibilidad de jugar Europa. Zalazar se convirtió en el máximo goleador del equipo aquel año con 13 dianas.

Éste es sólo el principio de una bonita historia de 5 años de idilio del Albacete con la Primera División. Fue un lustro maravilloso del que tengo grandes recuerdos: salvaciones agónicas, partidazos ante los grandes, semifinales de Copa del Rey, mi enfado con mi Dépor por haber ganado 2-8 en el Belmonte y mandar al Alba a la promoción,... En aquellos años se jugó un fútbol de alto nivel en Albacete. Pasaron por el Club jugadores de la talla de Santi Denia, Rommel Fernández, Pinilla, Dos Santos, Óscar García, Dertycia,... Todos iban y venían pero sólo una pieza permanecía inamovible e indiscutible: José Luis Zalazar. 

Para el recuerdo quedan sus golazos, como el que le metió al Atlético de Madrid desde el centro del campo, o sus asistencias, como aquella desde el córner para que Óscar García la empalmara frente al Real Madrid. Espectáculo para los ojos.

Hubo una segunda etapa de Zalazar en el Alba e incluso una aventura del Club en Primera División, pero nada comparable a aquel magnífico lustro en el que el "queso mecánico" enamoró a todos los aficionados al fútbol en España. ¡Gracias Albacete! ¡Gracias Zalazar!

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