El mejor de mis años

No voy a mentir. Cuando Iván García se pone en contacto conmigo en Mayo del año pasado para ofrecerme el banquillo del Orillamar no s...



No voy a mentir. Cuando Iván García se pone en contacto conmigo en Mayo del año pasado para ofrecerme el banquillo del Orillamar no siento, de primeras, un gran entusiasmo. En parte es normal. Vengo de un equipo de Primera Autonómica y el año anterior había formado parte del cuerpo técnico del Silva de Tercera. Es humano querer ir hacia adelante. Además tengo la suerte de tener otras propuestas más atractivas a nivel competitivo y a nivel económico. Conocía al Orillamar por haberme enfrentado a ellos esa misma temporada. Habían sido el arrastre del grupo 1 de Primera Autonómica y por lo tanto eran el cuarto equipo descendido de la temporada 18-19.

Cosas del destino, no me preguntéis por qué, tras una semana de deliberación y de pedir opiniones a mi gente, decido declinar las otras ofertas y coger aquella "patata caliente" que supone siempre hacerse cargo de un equipo recién descendido. Ya os podéis imaginar: jugadores que abandonan el barco tras el desenlace, reconstrucción del equipo, incertidumbre, objetivo de volver a Primera,... Hoy, a toro pasado, puedo decir que fue una de las mejores decisiones que tomé.

He dicho antes que conocía al Orillamar de haberme enfrentado a ellos ese año. No es del todo cierto. Todo coruñés conoce al Orillamar. Y si naces y te crías en Monte Alto es imposible no conocerlo. El Club es uno de los históricos de la ciudad. Toda la vida han estado ahí. Os sorprendería saber la cantidad de jugadores importantes que han pasado por sus filas en alguna de las etapas formativas o en el primer equipo. Si eres de A Coruña has jugado en el Orilla o te has enfrentado a ellos alguna vez. En mi caso era así. Había jugado mil veces contra ellos. En los 90 cuando jugabas contra el Orilla sabías que te ibas a enfrentar ante un buen equipo. Era una época bonita en la que el Club era uno de los principales viveros de jugadores de la ciudad. Todos con características similares, con un pie y una técnica individual superior a la media de otros barrios de la ciudad. No nos olvidemos que el único balón de oro español de la historia nació en las Atochas, a escasos metros del Club.

En mi caso la vinculación con la entidad va un poco más allá. Durante 13 años tuve que pasar por delante de su sede para ir a mi colegio. Cuatro veces al día iba y venía por esa calle acompañado por mis amigos y un balón para jugar en el recreo. Era la época en la que los vecinos te conocían y te preguntaban por la familia mientras te saludaban por la calle. Todos mis cumpleaños de la infancia los he celebrado en el bajo de la casa de mis tíos Koki y Merce, en Los Ángeles, negocio de referencia del barrio en aquellos momentos y de la ciudad en general en la actualidad. Imposible olvidarse de Geluca, Lito, Flora, Ana y María, actual "jefa" del local. Aun a día de hoy se siguen celebrando allí las cenas del Orillamar. Tampoco me puedo olvidar de aquellos corrillos que se formaban allí con la gente del fútbol de la época: Vituco Leirachá, Luis Ucha y unos cuantos más. Siempre hablando de fútbol. Del Madrid, del Barça, del Súper Depor... y por supuesto del Orillamar.

Quizás fuera todo este conocimiento del entorno o quizás fuera aquel anhelo de mis años mozos lo que me empujó y me hizo decir que si a aquella oferta. El caso es que tras un verano de mucho trabajo intentando reconstruir un equipo con innumerables bajas, comenzamos a entrenar un 22 de Julio, caluroso como pocos. Siempre que llegas de nuevo a un sitio aconsejo prudencia. Prudencia y observación. Es importante conocer. Y cuando hablo de conocer hablo de conocer a la persona antes que al jugador. Es muy difícil llegar al futbolista si antes no conoces de que pie cojea cada uno. Qué siente, cómo se comunica, con qué compañeros simpatiza, su capacidad de liderazgo, su estima personal, sus inquietudes, sus objetivos,.... A partir de ahí te haces un esquema y una composición de lugar y todo es más sencillo. No se puede tratar a todos los futbolistas por igual. Por una sencilla razón y es que no todos son iguales. Ni siquiera hay dos que sean iguales.

Y así, tras sólo tres sesiones de entrenamiento, nos plantamos en Mugardos a jugar la Copa Diputación. 9 jugadores de campo y 2 porteros, uno de ellos haciendo de delantero. Pintaba dura la pretemporada. Pero ya la actitud de aquel partido me dejó entrever lo que me esperaba todo el año. Brutal el trabajo del equipo ante un rival de Preferente. Lógicamente perdimos, pero la línea a seguir estaba clara. La primera piedra estaba puesta.

Tras 5 semanas más de preparación, alguna que otra sesión exigente, un buen puñado de partidos amistosos, incorporaciones de última hora, descartes de jugadores, llega la semana del primer partido de liga y la primera sorpresa. Cuando Iván y yo llegamos a un acuerdo decidimos decretar 2 días de entrenamiento tras la pretemporada. Pues bien, aquella semana los chicos deciden que quieren entrenar 3 días a la semana durante todo el año. A estos chavales les gusta el fútbol y a mi me gusta entrenar. Blanco y en botella. De hecho creo que fuimos el único equipo de la categoría que hicimos 3 sesiones durante todo el año.

Comienza la Liga el 8 de Septiembre y salvo en las jornadas 4 y 5, el equipo ocupa puestos de ascenso hasta la última jornada. Concretamente pasa 7 jornadas en el liderato y 15 en el segundo puesto. No era misión fácil por la reconstrucción y la juventud de la plantilla, pero el objetivo se estaba cumpliendo y lo que es más difícil estaba siendo una temporada muy provechosa. Hay un aprendizaje recíproco en cada entrenamiento y en cada partido. Ni yo soy el mismo entrenador ahora ni ellos son los mismos jugadores. Al final de eso se trata, de progresar todos juntos. Cuando se juntan las ganas, la ilusión, el trabajo y la humildad se forma una química increíble.

Recalco lo de la humildad porque no se quién ni por qué puso en duda esta cualidad en algunos de los mentideros del fútbol. Imagino que serían envidias o ganas de desestabilizar porque no solo el equipo sino el entorno que le rodea es una muestra tremenda de humildad. Desde el presidente hasta el utillero, pasando por todos nosotros, jugadores, entrenadores, directivos y demás.

Otra de las cosas que se puso en duda este año cuando los resultados no nos acompañaban alguna semana era el ambiente del vestuario. Con este tema quiero ser bastante crítico porque cualquier duda que surja sólo puede provocar en mi una carcajada. Me encantaría que todos pudierais estar y ver lo que ocurre en ese vestuario. Si no es el mejor, es de los mejores vestuarios en los que he estado. Se lo dije a ellos en alguna ocasión. Es espectacular el nivel futbolístico de estos chavales, pero es que son todavía más grandes como personas. El nivel humano que han alcanzado, desde el primero hasta el último, es muy elevado. Y esto teniendo en cuenta que muchos de ellos ni se conocían en verano. Además cuando ves que los jugadores que tienen menos minutos son los primeros en sumar es que algo grande tienes entre manos.

Independientemente de la decisión que tome la FGF, de que se pueda jugar o no, de que se anule todo y se reinicie cuando se pueda, de que tengan en cuanta la clasificación de la primera vuelta o de la última jornada, yo ya siento que he ganado. Y esto amigos, vale más que cualquier título o cualquier ascenso. He ganado una experiencia increíble. Ha sido, sin duda, el año que más he aprendido y, sobre todo, el año que más he disfrutado. Cada entrenamiento, cada partido, cada charla, cada llamada, cada whatsapp, cada cumpleaños, cada cena,...

Es por todo ello que sólo tengo palabras de agradecimiento a los 23 jugadores que han acabado la temporada. A todos y cada uno de ellos y a los 2 que nos han acompañado en toda esta aventura. Jose y Vini también sois parte de esto.

Me vais a permitir que haga un aparte con los capitanes. Ser capitán no sólo es llevar el brazalete, es mucho más. Gracias por vuestro comportamiento y por vuestra ayuda contínua.

Gracias a los juveniles, que han dado la cara en los entrenamientos y en los partidos en los que los hemos necesitado. El futuro del Club tiene buena pinta con estos chicos. Gracias también a sus entrenadores, Nacho y Luis, por poner las cosas fáciles en todo momento.

Gracias a las familias que han venido a los partidos con sol, lluvia, frío y viento, apoyando y haciéndose notar ("Viva la Ronda de Nelle"). Padres, madres, hermanos, tíos, abuelos, novias,... aplauso para ustedes.

Por supuesto tengo palabras de agradecimiento para Alfonso Queijo, "el presi", y para toda la junta directiva del Orilla. Siempre comedidos, con buenas palabras y dando el aliento y la tranquilidad necesarios. Gracias por vuestra confianza equipo!

Agradecido a Zenga, siempre pendiente de que no nos falte de nada y que todo salga según lo previsto. Sanciones, designación de campos, horarios,... Un trabajo tremendo hecho con mimo y dedicación.

Agradecido a Iván por supuesto. Por confiar en mi en su momento y por haberme dado esa oportunidad. No es fácil ser entrenador vocacional y ver los toros desde la barrera. Siempre respetando mis decisiones  e intentando aportar, ha ejercido su papel de director deportivo de manera intachable. Conoce el fútbol coruñés de la A a la Z. Siempre buscando mejorar por el bien del Club, tiene un hambre brutal y es un negociador espectacular, de los mejores que he conocido. Este año hasta he conseguido hacerlo reír comiéndome un flan de aquella manera.

Gracias a Lolo Leira y a Rafa por su inestimable ayuda en todo lo que se refiere a ropa y material. Estoy seguro de que en ese apartado somos los líderes destacados de la categoría.

Gracias a Quini y a Sergio, que sin pertenecer al cuerpo técnico, nos han ayudado en el trabajo semanal de manera desinteresada.

No me puedo olvidar de Guille por su buen hacer con los porteros. Trabajador como pocos, siempre intentado llegar antes que yo a la cuidad deportiva de La Torre, aunque no se lo he puesto nada fácil. Hombre de hielo por la semana y un volcán los domingos.

Gracias a los míticos gemelos del Orilla, hermanos de Amavisca. Ellos no lo saben, pero fueron pieza clave para que yo fichase por el Orillamar. Iván y Diego son el alma y el corazón de este grupo. Eternos capitanes encubiertos desempeñan su rol de una manera única. Lealtad a raudales. Todo lo bien que se habla en la ciudad sobre ellos se queda corto.  De esas personas que conoces gracias al fútbol y que se quedan ahí para siempre.

 No suelo utilizar el término "familia" en el fútbol porque lo considero algo muy serio, pero en este caso no encuentro otra palabra. Para los que lleváis en el Club toda la vida y veáis esto con normalidad os digo una cosa: sois afortunados. Esto no existe en otros sitios. Así que disfrutadlo al máximo porque algún día lo echareis de menos.

Veréis, cuando se forman estos vínculos personales con tantas personas es muy difícil querer salir, por más propuestas que te puedan llegar. Es por ello que, aun antes de saber lo que va a pasar con esta crisis, ya he llegado a un acuerdo con el Club para seguir el año que viene o cuando nos dejen. Se lo debo a los dirigentes, se lo debo a los jugadores y sobre todo me lo debo a mi, porque quiero seguir disfrutando de este privilegio que es poder entrenar en el Orilla.

Igual que les dije a ellos estos días os lo digo ahora a todos vosotros. Nos da igual la decisión que tomen los organismos. No dudéis de que volveremos. Y lo haremos más fuertes que nunca.

                                                      
                                                            ¡FORZA ORILLA!!!

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